Quien tiene la oportunidad de encontrarse en Venecia durante el día
de la Salud respira una atmósfera de sincera y sentida participación
popular, de religiosidad no mojigata sino ligada intensamente a la
historia y a las tradiciones de la ciudad.
La fila ininterrumpida de personas que el 21 de noviembre recorre
el puente votivo sobre barcas y se dirige a la majestuosa Iglesia
de la Salud testimonia el lazo aún vivo e intenso que existe
entre la ciudad y la Virgen.
El puente votivo
Cada
año, para la festividad de la Salud, se construye un puente
provisorio sobre barcas que atraviesa el Canal Grande y une la zona
de San Moisés y Santa María del Lirio (barrio de San
Marcos) con la basílica de Longhena (Barrio de Dorsoduro)
para consentir el paso de la procesión.
Decenas y decenas de miles de personas acuden en peregrinación
a rendir homenaje a la Virgen y a encender un cirio con el fin de
que interceda por su buena salud.
Entre sagrado y profano
Aún hoy la festividad de la Salud propone una mezcla de sentimientos
y de motivaciones: junto al sincero sentimiento religioso convive
también el aspecto más laico y placentero.
La procesión de fieles que encienden una vela a la Virgen
discurre en efecto al lado de los puestos de dulces, de globos de
colores y juguetes: los dos aspectos de la fiesta se funden perfectamente.
il turista
Una atmósfera mágica
Cada
año, para la festividad de la Salud, se construye un puente
provisorio sobre barcas que atraviesa el Canal Grande y une la zona
de San Moisés y Santa María del Lirio (barrio de San
Marcos) con la basílica de Longhena (Barrio de Dorsoduro)
para consentir el paso de la procesión.
Entre sagrado y profano