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La historia

Venecia y el agua

Así el romano Cassiodoro, en el siglo VI después de Cristo, describe a los habitantes de la albufera véneta:

Parece que con vuestras barcas os deslizáis sobre los prados, pues de lejos no se distinguen los canales de los escariadores... y, mientras normalmente se atan a la puerta de casa los animales, vosotros, a vuestras casas de mimbre y cañas, atáis vuestras barcas.

Ya por aquel entonces era evidente la relación que une la ciudad al agua y que ha distinguido todos los aspectos de la vida de Venecia y de sus habitantes.

Detalle de portulano

Desde los primeros años de su historia milenaria Venecia trae del agua la principal fuente de beneficio: extración de la sal, pesca, tráficos comerciales a lo largo de las vías fluviales y marítimas.


Con el pasar de los siglos, la ciudad adquiere gradualmente el control de los mares y del relativo comercio. El mar Adriático se convierte por antonomasia en el Golfo de Venecia.

 



Pilotes 
 
Para crecer, Venecia sustrae espacio al agua, a las huertas, a los pantanos, a las ciénagas, a las velmas (tipos de pantanos cuyas zonas emergientes son cubiertas por las altas mareas) y a los escariadores. Para obtener nueva tierra son cada vez más frecuentes los saneamientos realizados con millones de palos clavados en el fango para permitir el cegamiento y la sucesiva edificación: una verdadera selva de árboles del revés.
 

Mapa hidrográfico del territorio
Los Venecianos han atribuido siempre gran importancia al agua y a su reglamentación. Durante siglos han controlado el deflujo de los ríos, desviando incluso sus desembocaduras para contrastar el lento pero progresivo cegamiento de la albufera. Los cursos de los ríos Brenta, Dese, Sile y Piave sufrieron sustanciales desviaciones para permitir que Venecia sobreviviera.

La atención al abastecimiento hídrico era máxima. Magistraduras especiales vigilaban sobre la utilización del agua.

 

Una ciudad de remos

Vista antigua del Canal Grande Venecia era – y lo es todavía – una ciudad en la cual las principales vías de comunicación eran los canales, y el tráfico se movía a bordo de embarcaciones.

El desplazamiento con remos es por tanto un sistema de locomoción antiquísimo que sobrevive en nuestros días. En los siglos pasados, la boga constituía el entrenamiento ideal para los marineros empeñados en la flota militar y civil veneciana, y era un saber indispensable para cada ciudadano.

Todos los palacios patricios tenían una entrada que se asomaba a la calle y otra, mucho más importante y fastuoso, al canal. Aquí atracaban las góndolas para conducir a los propietarios o a sus huéspedes.


La boga a la véneta

Para moverse con barcas y naves los venecianos se han convertido en expertos navegantes y bogadores, maestros en conocer y aprovechar brisas, corrientes y mareas.

Embarcaciones en el Canal GrandeEl ambiente ha condicionado el tipo de boga. Los fondos poco profundos han llevado al uso de embarcaciones con fondo plano, sin quilla. La exigencia de tener la máxima visibilidad para poder identificar los fondos mejores ha impuesto la característica boda de pie. La necesidad de bogar con un solo remo por los estrechos canales de la ciudad ha conducido a la creación de barcas asimétricas. La necesidad de mover libremente el remo para empujarse sobre los fondos bajos o para deslizar por los estrechos canales ha determinado el nacimiento de una chumacera abierta, el escálamo. Por las mismas razones se ha renunciado al timón, sustituido por el remo.


Los gondoleros

Giacomo Franco, Trajes de hombres y mujeresAntes de convertirse en una categoría dedicada exclusivamente al turismo, los gondoleros fueron el alma conductora de la ciudad en función de chauffeur con remos.

En servicio estable de una familia patricia o bien destinados al servicio público, estaban a disposición de cualquiera para llegar a cualquier punto de la ciudad o de la albufera.

Esta categoría, destinada a convertirse en el mismo símbolo de la ciudad, ha constituido durante siglos la reserva para las espectaculares regatas, desafíos con remos que cada vez más a menudo se organizaban en la ciudad.


     El nacimiento de la regata

D. Lovisa, Regata de góndolasLa regata, la más veneciana de las competiciones, ha hecho desde siempre partícipes a ciudadanos y forasteros.

Si los testimonios históricos más antiguos están vinculados a la fiesta de las Marías y las primeras noticias se remontan a la segunda mitad del siglo XIII, es probable que esta espectacular competición fuese ya entonces una usual competición popular, porque Venecia era esencialmente una ciudad proyectada hacia el mar, y entrenar a hombres para el remo era una necesidad primaria.

La etimología del término regata es incierta. Hay quien la hace derivar de riga (‘línea’), quien de aurigare (‘competir’), quien de ramigium (‘aleteo’). Es un hecho que el término veneciano regata ha entrado en las principales lenguas europeas para indicar una competición agonística en barcas.

En el Renacimiento las regatas fueron organizadas preferentemente por las Compañias de la Calza (asociaciones de jóvenes patricios), pero desde la mitad del siglo XVI la gestión se confió a nobles elegidos por el Gobierno, que tomaron el nombre de directores de regata.


La competición

Regata del  siglo XVILa regata consiste, desde siempre, en varias competiciones en particulares tipos de barcas, y, desde siempre, en esta ocasión, la Cuenca de San Marcos y el Canal Grande pululan de embarcaciones de todo tipo adornadas, desde las cuales los ciudadanos asisten a la competición con partidaria animosidad.

Justo para contener los desórdenes, en la antigüedad la regata era precedida por las “bissone”: barcas de parada de forma alargada, desde las cuales algunos nobles, situados en la proa y provistos de arco, lanzaban a las embarcaciones más indisciplinadas bolas de barro cocido. Ahora las “bissone” encabezan el cortejo histórico y han dejado de tener función de servicio de orden.

La Regata, tal y como la vemos ahora, con el cortejo histórico como preludio de las competiciones, fue concebida a finales del siglo XIX, en ocasión de la III Bienal de Arte, para ofrecer un ulterior atractivo turístico.

     Regatas célebres

El cortejo de embarcaciones
Más usuales en los siglos pasados que en el presente, las regatas se dividieron en retos entre barqueros y gondoleros y regatas grandes.

Éstas últimas estaban motivadas por celebracines ciudadanas religiosas o laicas.
La regata fue, durante siglos, uno de los espectáculos habituales para celebrar solemnes entradas en el Palacio Ducal del dux, dogaresas, procuradores de San Marcos, y para honrar a los huéspedes ilustres de la República Serenísima: desde Beatriz de Este en 1493, a Ana de Foix, reina de Hungría, en 1502, a Enrique III de Francia en 1574, a Federico IX de Dinamarca en 1709, a los contes del Norte (los herederos al trono de Rusia) en 1782.

No en pocas ocasiones éstas fueron organizadas por la munificiencia de príncipes extranjeros: fue famosa la regata de 1686, deseada por el Duque Ernesto Augusto de Brunswick, valiente condotiero al servicio de la República Serenísima.


 


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